miércoles, noviembre 14, 2007

No todos tenemos la suerte de que los rumbos de nuestra realidad coincidan con los de nuestras ilusiones.




Los cisnes tienen la suerte de hacer sus ambiciones con sus posibilidades, cuando a la par de un lago encuentran a una novia...Eso no los libra del riesgo avieso de un cazador

A veces es bueno detenernos a la vera del camino para mirar el paso de los demás, revisar nuestras huellas y ver si vamos por el rumbo correcto o por el de las ilusiones. La resignación no debe estar en el equipaje de los caminantes animosos. Ella posee la triste propiedad de agotarnos las fuerzas antes del que las hayamos empleado. Resumirnos en una agonía artificial cuando aún fluye desbordante, la vida de nuestras vísceras. Ahora bien, hay circunstancias reales ante las cuales es menester una actitud parecida a la de la resignación. Esas circunstancias surgen ante hechos que sobrepasan el nivel de nuestras capacidades, aunque sea recia la voluntad con que los enfrentemos.

En estos casos están el labriego cuya diligencia, cuyos amorosos esfuerzos en el cultivo de la tierra son frustrados por la caprichosa naturaleza, que le niega la lluvia biehechora o se la manda en exceso. También el artista innovador que muere anónimo y luego la posteridad lo consagra. Lo mismo se puede decir del que almacena en su más nobles bríos para la conquista de un sueño o de un amor imposible, y la realidad se convierte en un obstáculo insalvable. Un ser humano puede llenarse las alforjas con todo los haberes morales, los honores y el oro de la tierra. Sin embargo, ese fabuloso capital no le bastará para comprar una migaja de afecto por la cual estaría dispuesto a sacrificar años de existencia.

El invisible puente umbilical que tenemos con nuestras madres, no deja de existir nunca, y lo percibimos cuando se rompe, porque se han mudado a la otra dimensiòn

Si el amor perdido o el que nunca se tendrá fueran alcanzables por medio sobrenaturales, el principal negocio de las trasnacionales sería el de los amuletos, sortilegios y talismanes. Si existe un mundo bienaventurado para los que han sido infelices en este, supongo que tendrá grandes mercados donde los clientes adquirirían a cambio de sus bonos desolados, la felicidad y otros bienes del sueño tan escasos en esta pequeña jurisdicción del cosmos. En el "Fausto" de Goethe, el gran romántico alemán, figura un melancólico Satán que protesta ante el Señor por los pocos privilegios que le han sido conferidos. El señor aduce: "¿De qué te quejas? Te he concedido al hombre". Y el Diablo, tan afligido como cualquier pobre diablo, manifiesta: "señor es que lo que he visto tan mortificado que siento piedad por él.

Es difícil vivir. Cierta amiga mía comentaba que somos arrojados al mundo para cumplir un ejemplo tan complejo y tan accidentado como es el de la vida. Y sin embargo, no nos ponen bajo el brazo un manual de instrucciones, al menos para dar los primeros pasos. Nuestros sentimientos se confunde y se desvirtúan. La inconformidad, fuente de las más grandes realizaciones, causa severos padecimientos a los que no sabemos encontrar el justo medio entre nuestros anhelos y nuestras posibilidades.

Transformada en desmedida ambición, ha sido el eje de la fortuna de los ricos, y la causa de la trombosis coronaria o del cáncer estomacal de los que se quedaron en el camino.

El armador Onassis, provisto de una ética, la de sus negocios, cursó una vida exitosa durante más de 50 años hasta que, septuagenario, incurrió en la única ingenuidad de su existencia, la de hacerse el enamorado de una dama que no sentía nada por él, pero admiraba los recios soportes de su fabuloso poder. Más dura la luz en una chispa que la dicha en manos quienes la necesitan. Valdría la pena evaluar los medios de abreviar el infortunio. Pero ¿quien los quiere?. Veámoslo: sólo los inmaduros y los desprovistos de fe en el ser humano, aceptan la alternativa de abandonar las líneas de fuego para distraerse en las de los placeres donde a la postre los aguarda el aburrimiento.

Si bien es recomendable retomar los rumbos exactos, de nada sirve el retroceso o la deserción en medios de ellos. Ante nosotros ahí muchos acantilados, pero de vez en cuanto cuando nos alegra la presencia de verdes lomas, suavemente iluminadas, donde podemos renovar las esperanzas y prepararnos para la jornada restantes. Tal vez haya quienes tengan la suerte del Patito Feo del inolvidable Han Christian Andersen, y descubren al fin una transparente laguna bordeada de arboles, donde unos seres hermosos y esbeltos nos den la bienvenida, porque aunque no lo supiéramos, somos como ellos. (Tomado de mi libro "El Anhelo Constante")

No hay comentarios.:

Otros blogs dedicados a Arístides Bastidas: